LA BARBARIE DE PEDRO SÁNCHEZ, NUESTRO SOMETIMIENTO AL SÁTRAPA MARROQUÍ Y LA COMPLICIDAD DEL PROGRESISMO ANTE LA TIRÁNICA REALIDAD.
Pedro Sánchez mete ilegalmente en España, en avión desde Argelia, trasladado en ambulancia medicalizada a Logroño, con pasaporte falso para camuflarlo como argelino y nueva identidad (ahora se llama Mohamed Benbatouch), nada más y nada menos que a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario perseguido y buscado por la justicia española por crímenes de lesa humanidad, violaciones de los derechos humanos, genocidio, torturas y desapariciones cometidas contra la población saharaui. Un tío que jugó un papel decisivo en la lucha armada contra el Ejército español cuando España controlaba esa zona del norte de África comandando el llamado Ejercito de Liberación Nacional Saharaui y que también tiene otra causa pendiente por violar a una chiquilla.
Una ignominiosa chapuza que cualquier servicio de inteligencia del país más tonto del mundo detectaría en horas. Y la infame explicación de esta salvajada de un país supuestamente democrático como España, es justificada por el Gobierno sanchista "por razones estrictamente humanitarias".
¿Por qué cojones hace esto Pedro Sánchez? ¿Qué motivo tiene para meternos en este impresionante lio? Yo no encuentro explicación alguna razonable, pero sí supongo un miedo latente que hay detrás de toda esta ignominia. Asqueroso.
Desde el 19 de Abril ya lo sabía Marruecos y Sánchez no quiso tomar medidas y prever nada ante la más que segura represalia. Dos días antes del esperpento de lo ocurrido en Ceuta, no tomó precauciones ni instaló dispositivo alguno para evitar la avalancha invasora de miles de marroquíes y subsaharianos. El Gobierno marroquí movilizó a todo el que pudo y les dijo a los chiquillos que si querían ver a Cristiano Ronaldo y Messi, tenían que escaparse del colegio sin avisar a sus padres y subir a autobuses gratis camino de la frontera de Ceuta.
¿Cómo calificaríamos esta jugada? Nivelazo de civilización.
Lanzaron de forma ruin a miles de personas al mar con la intención de crear un conflicto de enormes dimensiones y que seamos nosotros quienes las salvemos y nos hagamos cargo de ellas. Es evidente que la única respuesta al ataque marroquí hubiera sido devolver de inmediato a todos y cada uno de los invasores, con independencia de su edad, es decir, demostrar que si Marruecos recurre a métodos contrarios al derecho internacional, a nosotros no nos tiembla el pulso a la hora de defendernos y responderle.
Sin embargo, lejos de reaccionar con coraje y decisión, nos exhibimos ridículamente discutiendo por el número de menas que recibirá cada Comunidad Autónoma o, desbordados por los problemas actuales, a fantasear sobre 2050. Este Gobierno de nuestras desgracias oscila entre lo ridículo, lo tenebroso y lo patético cuando describe esta invasión como una crisis humanitaria y migratoria. A lo máximo que aspira la estrategia española es a mantener a Marruecos calmado y satisfecho mediante la aportación de millones de euros para que ellos sigan financiando a las mafias de tráfico de personas, el control del narcotráfico y el chantaje continuo. Y si perciben debilidad, convulsión política o posibles cambios en la parte tonta de la península, suele lanzar algún desafío. Lo raro es que el Reino de Marruecos no llegue hasta El Ferrol o que Mohamed VI funde partido en España.
La prensa progre subvencionada se encarga de distraer a los españoles y maquillar el crimen marroquí y el espanto de los ceutíes, recluidos en sus casas sin poder mandar a sus hijos a la escuela sin riesgo. Como la mayoría de los medios y periodistas son de izquierdas o extrema izquierda, se ha dirigido la atención del público al lagrimeo de los ahogados, las maravillosas actuaciones de las ONGs, la incuestionable Cruz Roja, a los niños salvados y al desempeño eficaz del Ejército en tareas sanitarias, no bélicas.
Si esto ocurriera en el Peñón de Gibraltar, al día siguiente estaría toda la flota de guerra británica, sin complejos, repeliendo la agresión con contundencia y sin importarle un carajo la opinión internacional. ¿Y por qué este escenario resulta improbable? Pues porque saben que, al tratase de ingleses, ello conlleva dos años de cárcel y expulsión fulminante.
Y es que los españoles nos despistamos siempre repartiendo mantas, abrazos, agua y bocadillos. Nuestros nuevos hermanos vagarán por nuestras calles, mendigarán y delinquirán hasta que la Cruz Roja y el estado español los deje en su mayoría de edad a su suerte para que trabajen y coticen para pagarnos las pensiones. Puaff!! ¿De verdad hay alguien en su sano juicio que entienda esta política?
Pues sí, todos los chupi-cuquis-guays-progres-demagogos que nos llaman racistas a los que discrepamos con la forma que tienen de afrontar estos sucesos. Y es que tenemos leyes creadas por nosotros mismos que nos obligan a darles asistencia, cuando lo normal sería que quienes nos invaden, salten ilegalmente una valla o aborden nuestras fronteras por el mar, se les expulse y obligue a volver al otro lado. Es pura lógica, no?
Pues no... aquí, las tropelías y agresiones sexuales que ellos puedan cometer se silencian y, por consiguiente, quienes rechazamos ese trato somos dictados como racistas o xenófobos. Porque sí, porque funciona así y ya está.
El Partido Sanchista Obrero Español, cual secta obediente, traga con todo lo que haga el Presidente; el progresismo que respira emociones administradas y sensaciones televisadas en general, babosea con las estampitas de salvamento, rescates solidarios y los abrazos con todo lo que suponga un negocio ideológico; los comunistas, a lo suyo, sacando tajada de las desgracias de España; los independentistas exhibiendo la compasión que no tienen con la media Cataluña que habla español, a la que odian, persiguen, marginan y machacan a diario; los radicales apoyando al Rey moro a ver si coge impulso para robarnos Ceuta y Melilla; el PP moña, que pide permiso a la izquierda para parecer guay, que no tiene el valor suficiente de dar la cara; y Vox es el único que tiene cojones, en esta sociedad de lameculos, para exigir la inmediata devolución de esos chiquillos con sus padres.
Todo esto, perfectamente entendible por cualquier analista político, es el mayor arma que tiene nuestro odioso vecino para echarnos a pelear cada vez que quiera porque sabe que sin unidad jamás podremos hacerles frente. Y se están armando hasta los dientes para, cuando llegue el momento en que toquemos fondo, consiga la invasión islamista que durante siglos han soñado.
El mensaje claro y sin cifrar que enviamos a África es que el efecto llamada de tantos años mandando taxis al Mediterráneo, repartiendo pobres por nuestra geografía y subvencionando a todo el que entre ilegalmente es real. O sea, que ellos entienden que pueden secuestrar a miles de menores, sin avisar a sus padres, y lanzarlos al mar para que nosotros, ya convertidos en cómplices del secuestro, nos encarguemos de darles amparo.
Ahora están los padres de más de cuatro mil chavales llamando a España preguntando por sus hijos. Padres que no protestarán contra la fechoría del tirano Rey marroquí porque serían apaleados. ¿Que si sus hijos quedan a merced de las mafias que podrían prostituirlos o venderlos? Algunos pensarán incluso que mejor estarán mendigando o robando en España que bajo la dictadura aluí porque aquí hay expertos en administrar la miseria. Pero yo me pregunto ¿qué clase de sociedad es una que no se revela ante el sometimiento constante de un macarra con no sé cuantos palacios, yates de lujo, criados, derroches, costosos caprichos y todo el oro que quiera que consigue oprimiendo a su pueblo?
Y luego tenemos de Ministra de Asuntos Exteriores a la pseudo monjita González Laya. ¿De verdad alguien cree que los 1.800 millones anuales del contribuyente que dotan a ese ministerio se destinan para defender los intereses estratégicos de España en el exterior, colaborar con la expansión de nuestras empresas y ayudar a los nacionales en dificultades allí donde se encuentren? Pues la señora Laya los gasta en difundir por el mundo la doctrina del feminismo radical, la buena nueva del movimiento LGTBI, pregonar lo guay que es Pedro Sánchez y, como resultado de sus gilipolleces, provocar que todos se rían de los españoles. Somos el hazmerreir y por méritos propios.
Si hubiera algo de decencia en este Gobierno, entre todos deberían dimitir, forzar la expulsión de Sánchez y convocar elecciones.
Esta foto no solo debe servir para magnificar la grandeza humana de quien salva a un bebé (faltaría más), sino más bien para exponer ante el mundo la inmundicia de quien es capaz de exponer la vida de un recién nacido lanzándolo al mar y el sometimiento que hace que nuestros soldados parezcan enfermeras, cuando el Ejército está para defender nuestras fronteras, coño!!, de esa elevada cantidad de islamistas feroces que quiere someternos.
Sin duda, sería exigible que el progresismo de este país dedicara la mitad del tiempo, recursos y esfuerzo que emplea para ser o parecer tan "humanitario", en evitar estas situaciones y luchar contra la mezquindad de quienes trafican con seres humanos.
Que no os enteráis, progresistas solidarios de pacotilla!!
Que el enemigo no soy yo por discrepar y tener otra perspectiva sobre el infame negocio político e ideológico que hacéis con vuestro pseudo buenismo.
Los enemigos son aquellos países que nos cuelan una gran cantidad de islamistas totalitarios cuya única misión es dinamitar los valores de Occidente y nuestro sistema democrático gracias a vuestra asquerosa, maldita y adulterada cuota de solidaridad.