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miércoles, 27 de julio de 2016

SE LLAMA INVASIÓN Y YA HACE TIEMPO QUE EMPEZÓ

SE LLAMA INVASIÓN Y YA HACE TIEMPO QUE EMPEZÓ


PROBANDO...PROBANDO... LOS INMIGRANTES.
José María Carrascal.

¿Qué puede hacerse?
Crear en aquellos países las condiciones pertinentes para que los nativos no tengan que emigrar.

Con todo su bestial exhibicionismo, su carencia absoluta de sentimiento humano y su obsceno uso de la religión como coartada para dar rienda suelta de los peores instintos, no es eso lo que más me preocupa del problema de los refugiados. Me entristecen como al que más los ataques que esos lobos solitarios o en pequeñas manadas lanzan contra personas que, por lo general, les han acogido con generosidad y altruismo. Pero no es lo que más me preocupa. Individuos desequilibrados existen en todos los colectivos, como delincuentes que esconden sus ansias asesinas tras cualquier excusa social, económica o religiosa.

Tenemos que vivir con ello, como vivimos con la violencia machista, aunque, eso sí, hay que combatirla con todas las armas de la ley y la justicia. Pero a mí, más que las víctimas esporádicas de esos desalmados, lo que me preocupan son los 2.500 refugiados diarios que llegan a las costas de Sicilia desde Libia, en todo tipo de embarcaciones. Multiplíquenlos por 365 días que tiene el año y se encontrarán con una auténtica invasión. África, el Oriente Medio y buena parte del subcontinente asiático se están desplomando sobre Europa. Y Europa, por mucha buena voluntad y recursos que tenga, no puede con semejante peso.
Pero seguirán llegando porque esas gentes vivirán siempre mejor y más seguras bajo un puente en París, en una estación alemana o en una plaza holandesa que en la aldea o ciudad donde han nacido. Se han puesto en marcha y su número no hará más que aumentar. Como los problemas que ellos y los países que les acojan tengan. Incluso Alemania, con todo su potencial, está llegando al límite. No hablo de los demás.

¿Qué puede hacerse? Sólo existe una salida: atacar el problema en su origen. Pero no me estoy refiriendo a pagar a unos líderes locales corruptos para que impidan salir a sus ciudadanos. Eso es una chapuza. Me refiero a crear en aquellos países las condiciones pertinentes para que los nativos no tengan que emigrar. Un trabajo de Hércules que significaría el regreso de las potencias coloniales a sus excolonias, no para llevarse sus riquezas como hicieron, sino para crear una administración, unas infraestructuras, una agricultura, una industria, unas fuerzas de orden. ¿Qué gobierno europeo puede permitirse hoy ese lujo? Ninguno.

Pero, repito, es la única salida: una recolonización positiva. Y como no somos capaces de ella, tendremos que acostumbrarnos a esta invasión pacífica de Europa, que cada cual afronta como puede. Los italianos lo han resuelto montando a los que llegan en un tren, que los dejará en su frontera norte. Pero eso tampoco lo soluciona, sólo arroja el problema a los vecinos.

Al describir la magnitud del mismo no puedo dejar de rendir homenaje a los únicos héroes de este drama: los médicos, ingenieros, maestros, misioneros, monjas y demás voluntarios que, de forma gratuita, están enseñando a aquellas gentes a vivir en sus países contra la naturaleza y la barbarie. Personas así nos reconcilian con la especie humana.



EUROPA no es libre, porque la libertad comienza con decir la verdad. En Europa hoy está prohibido decir la verdad. Y un bozal es un bozal aunque sea de seda. Esta prohibido decir que hoy no somos testigos de la llegada de refugiados, sino de una amenaza a Europa por la migración masiva. Esta prohibido decir que decenas de millones están preparados para ponerse en ese camino. Esta prohibido decir que esa inmigración trae crimen y terrorismo a nuestros país. 

Prohibido decir que las masas de gentes que vienen de otras civilizaciones suponen una amenaza a nuestra forma de vida, a nuestra cultura, costumbres y tradiciones cristianas. Está prohibido decir que aquellos que ya llegaron antes en vez de integrarse, crearon mundos propios, con sus propias leyes e ideales, que están rompiendo las estructuras milenarias de Europa. Esta prohibido decir que esto no es accidental ni una serie de consecuencias no intencionadas, sino una campaña preparada y orquestada para enviar hacia acá una inmensa masa de gentes. 


Los pueblos de Europa parecen por fin entender que está en juego su futuro: no solo su prosperidad, su bienestar y sus empleos, sino su propia seguridad y el orden pacífico de sus vidas. Los pueblos de Europa que han estado aturdidos en abundancia y prosperidad han entendido que los principios de vida sobre los que construimos Europa están en peligro de muerte. Europa es una comunidad de naciones cristianas, libres e independientes; con igualdad entre hombres y mujeres, justa competencia y solidaridad, orgullo y humildad, justicia y misericordia. El principal peligro no nos llega de quienes quieren venir sino de los fanáticos del internacionalismo en Bruselas. No permitiremos a Bruselas ponerse por encima de la ley. No vamos a permitir que nos imponga el fruto amargo de su política de inmigración. No vamos a importar a Hungría el crimen, terrorismo, homofobia y antisemitismo quema-sinagogas. Aquí no habrá barrios fuera de la ley, ni disturbios de inmigrantes ni bandas cazando a nuestras mujeres y hermanas. No vamos a tolerar que nos digan a quién tenemos que aceptar en nuestro hogar y nuestra patria, con quién hemos de vivir y compartir nuestro país».


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