CAMBIO MI ESPADA POR LA PLUMA

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domingo, 11 de abril de 2021

 

SECTARISMO, FANATISMO Y VIOLENCIA

SECTARISMO: intolerancia, discriminación u odio que surgen de dar importancia a las diferencias percibidas entre diferentes grupos sociales, políticos o religiosos, o entre las subdivisiones dentro de un grupo, como las diferentes manifestaciones de una misma religión o las facciones de un movimiento político.



Ya puedo estar tres horas razonando algo apoyado en hechos históricos, documentado en cientos de informes objetivos y neutrales basados en hemerotecas que te lo muestra a las claras, verdades como puños que nadie se atrevería a cuestionar... pues nada, hay gente que no quiere entender aunque se lo explicaras mil veces más. 

Es la desoladora certeza de que es imposible transmitir la idea de complejidad humana a aquellos cuya razón de existir depende de que el mundo se componga de respuestas simples. Pueden tergiversar y reescribir la historia hasta conseguir que los libros que lo cuentan no digan lo que dicen porque así lo necesitan quienes se aprovisionan de piedras para lanzárselas a los demás. Los llaman a filas, se alistan, se ponen a dar mamporrazos a la policía y a soltar vómitos sobre quien lleva otra camiseta o no piensa como ellos. Y todo bajo el manto de la libertad de expresión, la democracia, la libertad, los derechos civiles, el pueblo obrero y todas sus consignas pancarteras.



Sin embargo, es necesario explicarles que todos somos inocentes hasta que demostramos lo contrario. Que son sus actos, y no la papeleta que eligen meter en la urna, lo que les convierten en una persona decente o deshonesta. Que moverse libremente por el mundo no es una actividad realizada por los demás para provocarles, ni dar un mitin es buscar que les peguen. Que ni las calles y los barrios son suyas. No importa cuantos hayan votado lo mismo que ellos: nunca han sido, ni serán, de ellos por mucho que chillen. Tan difícil es entenderlo? Pues, por lo visto, así es.

Es necesario recordarles que los demás tienen necesidades, sentimientos, miedos y preferencias. Que lo que para ellos es sagrado a otros puede no importarles y eso no les da derecho a pisotearles. Porque tener ideas distintas sobre los mismos temas no es una contrariedad: es una evidencia.

Hay que explicarles que lo que desean que hubiera sucedido tal vez no haya ocurrido ni llegue a ocurrir nunca y no existe un culpable en el que desahogar su frustración.



No aceptan que les expliquen por qué apropiarse de las instituciones de todos para usarlas contra una parte es inmoral, pero no podrían entender la respuesta. Para hacerlo primero tendrían que repasar la lista de las personas que han formado parte de sus vidas, que votaban e incluso militaban, como ellos, en un partido político distinto al suyo. Esas personas eran reales. La amistad y el respeto que sentían por ellas, antes de radicalizaros, también lo eran.

Ya no pueden aceptar que esa realidad (la amistad y el respeto) haya existido. Les  mienten y aceptan su parte en el trato. Si se alegran porque le abren la cabeza a alguien, no piensan que son seres miserables por ello. 

Viven convencidos  de que lo elemental es demasiado sofisticado para las mentes que comparten su ideología.


Pueden vestir su fanatismo e ignorancia de conocimiento apropiándose de los sufrimientos, las concesiones y la generosidad de otros que lograron cosas difíciles, y conseguir que los libros que lo cuentan no digan lo que dicen. 

Su intransigencia les prohíbe mirar a los demás (a quienes consideran responsables de su propia decadencia), no vaya a ser que desmonten su ideología.

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