ASMA ASSAD ESPOSA DE BACHAR AL ASSAD
Guapa es como ella sola, y fina , elegante y glamurosa. Una mujer con estudios, rigurosa formación académica y un estatus privilegiado tanto en lo familiar como social.
Siria agoniza. Más de 100.000 personas han muerto en una
guerra civil que dura ya dos años. 2 millones de refugiados que han salido huyendo del país por miedo al cerdo de su marido, un dictador sin escrúpulos que es capaz de gasear a su propio pueblo pará así seguir manteniendo la autocracia que a su esposa le permite llevar el tren de vida del que presume.
La comunidad internacional baraja una
intervención militar para evitar los ataques con armas químicas que,
supuestamente, el régimen emplea contra la población.
Pero ella vive en un
mundo aparte, en su paraíso particular, en un lugar idílico donde los niños son
felices y los refugiados reciben platos de comida servidos de su propia mano.
Asma Asad, la primera dama siria, se ha convertido en la protagonista de un desvergonzado
plan de relaciones públicas elaborado por los asesores de presidencia para
tratar de ocultar las horrendas atrocidades llevadas a cabo por las fuerzas de
su marido.
La que en su día fue retratada como «la rosa del desierto»,
la luchadora que dejó su brillante carrera en la City por amor, la responsable
de romper barreras en el mundo árabe al casarse con un alauí (siendo ella
suní), se ha convertido en una María Antonieta alejada completamente de la
realidad. Mientras los líderes internacionales debaten la mejor manera de
finalizar una sangrienta guerra civil en la república árabe, Asma publica cada
día en la cuenta de Instagram de la presidencia de Siria imágenes que nada se
corresponden con lo que se está pasando en la calle.
La plataforma está siendo
utilizada por el régimen como una herramienta de propaganda repugnante en un
intento de vender una mentira al mundo exterior, haciendo ver que todo está
bien. Pero la opinión pública no se deja engañar. A pesar de las fotografías
que salen a diario en la Prensa de todo el mundo, Asma aparece como una esposa
devota y sonriente mientras abraza a mujeres desvalidas y prepara sopa a los
refugiados en la cocina móvil de voluntarios.
Mientras su pueblo se
muere de hambre, ella luce sin ruborizarse un dispositivo diseñado para
controlar la cantidad de pasos y las calorías que se pierden para poder
adelgazar. Y así, todos sus actos solidarios tienen una contraprestación para
su perfecta y cuidada imagen.
Asma nació en Londres hace 38 años. Es hija del cardiólogo
Fawaz Al Akharas y Sahar, una ex secretaria de la Embajada de Siria en la
capital británica. A pesar de ser musulmana, fue a una escuela de la Iglesia de
Inglaterra, donde era conocida como Emma. Después de estudiar Ciencias
Informáticas y Literatura Francesa en el Kings College de Londres, trabajó en
la City con Deutsche Bank como analista financiera y con JP Morgan en la década
de los noventa, cuando conoció a su futuro esposo.
Antes de que comenzara la guerra, su rostro aparecía en las
portadas de las publicaciones más prestigiosas y las revistas de moda se la
rifaban para describir la elegancia con la que desfilaba sobre sus tacones
Christian Louboutin. Hubo algunos que
incluso se atrevieron a bautizarla como la princesa Diana de Oriente Medio, por
combinar a la perfección belleza y estilo, con obras de caridad. Pero nada más
lejos de la realidad. Asma ha resultado ser una señora sin escrúpulos, sin
moral y sin ningún tipo de conocimiento o preocupación por el mundo que la
rodea.
Las fotos engañan a muy pocos ...«¿Mataste a esos niños
después de darles de comer, Asma? Les matas cada vez que miras hacia otro lado
mientras miles mueren cada día», «Esos niños están tristes y no tienen comida
porque tu marido está matando a sus familias. ¡No vas a comprarnos con imágenes
bonitas! #FreeSyria» son sólo algunas de las frases que dejan sus detractores.
La guerra civil entre el régimen y los rebeldes ha obligado
a casi dos millones de sirios a dejar el país buscando cobijo en estados
vecinos. En un principio, muchos medios aseguraron que tanto Asma como sus tres
hijos se refugiarían en Moscú para mantenerse a salvo y no tener problemas en
caso de que Asad fuera derrotado. Pero ahora parece que la estrategia es
completamente opuesta y la primera dama se ha convertido en una especie de
herramienta esencial para mostrar una imagen de normalidad.
El único refugio de la primera dama, por tanto, es la
realidad distorsionada que ha creado en su mente y muestra en cada una de sus
fotos... Unas instantáneas que verifican que ya no queda nada de la «rosa del
desierto».
Asma Asad no tiene reparos. Mientras las agencias de
noticias envían cada día cientos de imágenes que muestran la desolación, la
muerte y la hambruna de una guerra civil que ya dura dos años, la primera dama
siria se dedica a pasearse por las principales ciudades posando, con mucho
acierto, con los más desfavorecidos. En cualquier otro contexto, las imágenes
podrían ser incluso conmovedoras: la cercanía de una gobernante que se preocupa
por su pueblo. Sin embargo, a Asma el tiro le ha salido por la culata: en lugar
de ganarse a la opinión pública y conseguir suavizar la dura imagen que su
marido proyecta hacia el exterior, ha incendiado el ánimo de un pueblo
masacrado. Los medios de todo el mundo ya están analizando la vil estrategia
del matrimonio.
Cuando la guerra civil en su país había acabado con la vida
de 20.000 personas, Asma Asad no tenía reparos en seguir gastando su inmensa
fortuna. Durante el enfrentamiento entre el régimen y los rebeldes que teñían a
Siria de sangre, la primera dama se gastó 270.000 libras en una de las tiendas
más exclusivas de Chelsea, Londres, para la decoración de uno de los palacios
que posee la familia en la ciudad costera de Latakia, a 200 kilómetros al norte
de Damasco. Más de 130 artículos de lujo para seguir con la frivolidad de Asma
Assad.
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