CAMBIO MI ESPADA POR LA PLUMA

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miércoles, 31 de diciembre de 2014

ENE 2015 LECHE, CACO, AVELLANAS Y AZÚCAR




 LA JODIDA NOCILLA Y LAS GRASAS TRANS

Nocillaaa... Pues sí, bien rica que estaba. Ahora la homenajean Mario y Curro no veas de qué manera, pues su mérito y sitio tiene. Eso es una cosa y otra bien distinta es que llegue un listillo y nos la cuele por todos lados como lo que no es. Siendo omnipresente, acabaremos idolatrándola o repudiándola. Lo digo porque ahora se impone la bollería industrial totalmente infectada y rellena de Nocilla. Bombas, Cuñas, Palmeras, Croissants, bollicaos, etc.  Increíble que un niño utrerano no sepa lo que es una torrija de su madre en semana santa, un pestiño en navidad o si quiera un rosco de reyes... o que existan personas que jamás hicieron en su casa un simple bizcocho. 
 
Pues sí, qué meriendas aquellas de pan y tulipán. Mi madre, cuchillo en mano, rascaba virutas de una onza de chocolate sacada del frigo para meterlas dentro de la viena ya untada por ambos lados con la margarina (el que no, con azuquita) y luego la aplastaba con las palmas abiertas de sus manos para que no escapara nada mientras jugábamos y comíamos. No sabíamos lo que era un donut o un bollo plastificado de la tienda de abajo. Nuestro mayor regalo sucedía en la tarde de los domingos cuando esperábamos con ansia el variado de dulces que traíamos de la confitería. ¿A cuánto cabemos? Era la primera expresión que salía por la boca del primero que supiera de la llegada de tal premio? Rosco de coco y milhojas para Kisko, pionono y caracola de crema para Antonio, merengue y borracho para mi padre, a Consu le gustaba el petisú y las palmeras, Ignacio y yo (como buenos mellis) lo compartíamos todo y así disfrutábamos de más variedad, Augusto era por lo que le diera y Carlos se iba para lo más grande, Rafa se pedía tocino de cielo y dulce de piñones... mi madre los que dejáramos.

Luego estaban los dulces de merienda. De pronto, cualquier día de diario, aparecía una visita o alguien cualquiera con un bandejón (por aquello de que éramos ocho niños) lleno de carmelitas o bizcotelas, bollos de leche, lenguas de nata, mostachones, bollos de aceite, un surtido de todo ello o lo que fuera. Mi tío Paco vendía mostachones de Diego Vázquez y cuando se quedaban algunas docenas duras, mi madre hacía una tarta de chocolate (nada de Nocilla) que nos la bebíamos. Fresquita y baratita. Si se acumulaban muchos restos de otros dulces, hacíamos púding. No hemos sido nunca de Phoskito, Tigretón o Pantera Rosa (y mira que estaban buenos también para el paladar de un imberbe) porque estábamos educados en el desayuno y merienda tradicional. En los bocadillos y el vaso de leche. Jamás me comí una cuña en el recreo del colegio, churros sí...  je,je.

Y es que nos hemos criado con carmelitas, bizcotelas, hojaldres, borrachos, galletas, brazos, tartas mil, roscos mil, bollería mil exquisita, nata montada (nada del jodido spray), magdalenas de Maruja, rosquillas, pestiños, bollos de aceite, torrijas, bizcochos mil, mantecados, milhojas, alfajores, turrones, pestiños, merengues, fruta escarchada, caramelos de rosa, cabello de ángel, piñonates...etc.  En mi casa se cocinaban natillas, arroz con leche, peras al vino tinto, compotas de castañas o de membrillos, poleás, tartas y flanes varios.

Un producto que, tras 15 días estuchado en una bolsa a temperatura ambiente, mantiene su aspecto, brillo y volumen, no puede ser muy natural. Y ya sabemos todos cómo se consigue esa artificialidad. Las grasas trans nos mata poco a poco en cada bollo industrial. Estoy escandalizado por el paisaje de papelones de macropasteles rellenos de  pseudochocolate, crema pastelera que dura una barbaridad y nata que no es tal, sino mix vegetal. Las grasas hidrogenadas actúan como insaturadas en el organismo y son corresponsables de enfermedades cardiovasculares y cánceres. La triste realidad es que, a pesar de que seguimos teniendo pastelería tradicional de primer nivel, los niños de Utrera comen todo tipo de porquerías industriales casi a diario.

Otro motivo más para pasar de la Nocilla es que el grupo catalán Nutrexpa es abiertamente independentista y promueve el secesionismo y la ruptura con España. Así que mejor Nesquik que Cola Cao, cualquier galleta que no sea Cuétara, nada de La Piara, Granja de San Francisco, batidos Okey y marca Bocadelia.

A ver, señoras y señores de Cordero, Reyes, Diego Vázquez (que pena que Corpas quedó fuera del circuito), José Luis, más todos los nuevos que hayan llegado: no tiren la toalla, continúen utilizando en sus obradores huevos frescos, harinas nobles, preparados de crema pastelera de calidad, grasas saludables, nata y fruta fresca, aditivos y aromatizantes naturales...etc.  y luchen contra la imposición de la bollería industrial. Si seguimos así, nuestros biznietos no sabrán lo que es un  mostachón.
Javier Pérez Gálvez

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