DIC 2014 CASA PORRI

Casa Porri

El Greco, 16

Disfrazar de autenticidad y familiaridad lo que es realmente desatención, falta de profesionalidad y cocina fácil (no se ve lo casero) para llevar tu negocio sin mucha complicación y ganarlo bien, es algo que todavía no estamos acostumbrados a valorar en Utrera. Por aquello de no dejar que Manolo y Paco pidieran cosas que no me interesaba valorar y adelantándome a la jugada para así comer lo más novedoso o curioso posible, acepté que una señora muy amable que asomaba por la ventana de la cocina me recomendara casi todo lo que yo sugerí.  ¿Tendremos suerte esta vez?

 Empezamos... Infame SERVICIO DE PAN, que luego entendí porqué no lo cobran, no solo porque consistiera en una canasta que quedó desnuda con un simple puñadito de picos colines, sino porque ante unas deliciosas cabrillas tuvimos que pedir pan para mojar y nos pusieron una viena  chiclosa sin cortar en el nombrado recipiente. Allá que la pellizcamos con los dedos manchados. POLLO ADOBADO (3'00€)... Exquisito. Tierno, jugoso y con un aliño suave que invitaba a pedir otra. Da igual que fuera o no condimentado en la cocina. Frito en su punto justo y que hubiera quedado para tirarle cohetes acompañado de algún tipo de salsa o guarnición.  REVUELTO DE HABITAS CON JAMÓN (5'00€)... Rico siempre. Ir a lo seguro cuando hay que rellenar la carta con algo que a nadie desagrada.  Ya sabemos... media lata que olvidaron volcar un momentito sobre el colador para que al finalizar de comerte tan rico revuelto, el plato no pareciera una piscina de aceite verde. GAMBONES (5'00€)...seis  gambones plancha de tamaño pequeño que no podíamos pelar y que llegaron en mal lugar sobre un puñado de lechuga que allí se quedó. Hubo que ir al baño para solo mojarnos  las manos antes del siguiente plato. CABRILLAS EN SALSA (8'00€) ...Exquisitas para mojar un buen pan y no aquello, muy buen guiso. Me da igual que fueran de bolsa y que las "arreglaran" para darle un toque distinto al de las decenas de bares que también las sirven casi todo el año. No es tiempo de cabrillas pero allí las sirven, sean como sean, muy ricas con un punto picante que se agradece. Junto con el pollo adobado, lo mejor. CARRILLADA (8'00€)... Dos tapas en un plato más grande que pasaron sin pena ni gloria. Unos aceptables tacos de carne sobre patatas precocinadas. ¿Qué pasa en Utrera con la salsa de este rico estofado? ¿Es moda que se sirva seco o con agüilla mojando patatas de bolsa? ¿Y la sustancia que queda concentrada en la salsa que resulta de la larga cocción de un guisote del que presumes de lo bueno que está? ¿No había más pan para mojar? No entiendo que un estofado no lleve salsa. ¿No era un sitio de comida casera? ¿No pelan y cortan patatas tampoco?

La única vez que el hombre abrió la boca para pronunciar más de cuatro palabras seguidas fue cuando oyó que Paco quería un postre,  y nos ofreció un plato de elaboraciones surtidas para los tres. Pensé en un primer momento que el variado para agradar saldría de la cocina, pero, al ver  sus movimientos, sucedió lo que temí. SURTIDO DE POSTRES (8'00€)... Abrió la puerta de la vitrina de los helados, cortó tres trozos de "contessa", otros tantos de flan o puding,  enterró todo bajo nata montada (el famoso spray que debería estar prohibido)  y coloreó la montaña blanca con el dichoso zigzagueo de sirope de caramelo. Pedimos un vino dulce para acompañar y nos cobraron 15'50€ por ambas cosas.

Ya lo explicamos en el primer artículo de esta sección (Noviembre de 2013: A ver, criticar por criticar, no! , antes de empezar a hacer nuestras valoraciones), que cada momento tiene su sitio. Si esto es casero, que da igual el servicio y el entorno, que no nos distraigamos con la ausencia de decoración o la tele, que no perdamos tiempo buscando lo que no hay... vale!! pues valoremos que no hay casero y que es carísimo para lo poco que ofrecen. Todo mal presentado y muy desatendidos (el café se pidió tres veces y hubo que levantarse a autoabastecernos de platos porque no nos los habían puesto). Pagamos por tres copas, que pretendieron ser vasos  de vino tinto peleón que dejó poso en el cristal, lo que valen dos botellas. Igual pasó con el postre... comprar a tres y vender a quince sin hacer nada. Un negocio redondo que nos dejó aun más confundidos cuando después de rechazar,  con media sonrisa burlona incluida, la posibilidad de que pagáramos con tarjeta y tener que desplazarme a buscar un cajero, lloviznando que estaba,  nos presentaron una factura de 52€. Menos mal que Manolo puso los dos que me faltaban.

Los baños muy, pero que muy limpios y perfumados; lástima que faltos de equipamiento para poder lavarte las manos por no haber gel y secamanos o papel. Recomiendo el adobo de pollo, el revuelto de habas y las cabrillas en salsa... sean o no sean caseros.

Nota: En esta ocasión no reflejamos el teléfono del establecimiento en la cabecera porque no lo hemos visto publicitado, no nos lo han facilitado y no aparece impreso en el ticket, como sí ha sucedido en absolutamente todos los demás lugares que hemos visitado.

JAVIER PÉREZ GÁLVEZ