CAMBIO MI ESPADA POR LA PLUMA

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martes, 18 de noviembre de 2014

NOV 2014 VIVAN LAS MENTIRAS... CLARO QUE SÍ



VIVA LAS MENTIRAS
Cyrano de Utrera

Por necesaria y eficaz, efectiva y afectiva, curativa y resolutiva, por cuanto busca ayudar y no por lo que pueda perjudicar, !!VIVA LA MENTIRA!! ¿Qué sería de esta vida sin mentiras?

La falsedad y la traición son mucho peores que una buena mentira.
Las mías fluyen cuando, utilizando el sentido común y sin hacer daño, me sirven para algo. Y las tuyas, mientras ayuden a mejorar, las contrato. Las de los demás las acepto mientras no perjudiquen al contrario. Hasta los animales mienten por necesidad y, a veces, solo es para salvar su vida. Solo a veces, porque otras es para matar. Pero este sería otro tema, el de la supervivencia. Pues vaya como Dios ha planificado lo de sobrevivir en este mundo en paz y feliz. ¿Naturaleza sabia? La naturaleza es cruel. Por eso no creo en quien dicen que la creó. Pobrecito mío.

¿Podríamos subsistir sin ellas? Son el contrapeso a la putrefacta realidad y debería estar mejor reconocida en vez de demonizarla como si todo el mundo la empleara con un grado alto de maldad. Pues va a ser que no, que yo cuando la utilizo es para no dañar,  salvarme de un marrón, ayudar a quien no merece castigo, consolar el dolor de un demente, o minimizar aquello que, de haber dicho la verdad, hubiera llegado al grado de sentencia condenatoria. 
     
El mismo Código Penal te permite mentir y faltar a la verdad para exculpar al cerdo violador de tu padre o a un hermano asesino con el que llevas sin hablarte 30 años, aun a cuenta de que el perjudicado denunciante se quede sin justicia. ¿Ven? Una asquerosidad. Repetimos: defender con una mentira a un demonio es una acción asquerosa pero legal.  Defender con una mentira a un inocente que no tiene primer grado familiar puede llevarte a ti también a la cárcel. Inexplicablemente no se puede aplicar esa norma sobre mi vecino amigo (por el que daría la vida, pues me ha dado mucho más cariño, lealtad y generosidad que algunos que llevan mi sangre) y nunca podré echarle un cable.

Las mentiras buenas son necesarias, rentables y jugosas desde que te levantas hasta que te acuestas. Vamos, desde que naces hasta que mueres. Lo curioso es que no podríamos vivir sin ellas, pues la realidad se puede falsear como uno quiera, pero la mentira bien instrumentada no hay por donde demonizarla, pues sirvió para ayudar a afianzar una gran verdad. Es una bendición tenerlas a mano para que este mundo funcione cuando la verdad es más cruel que el engaño. Yo recurro a ellas para completar pareados...je, je. Qué malvado es Cyrano.


Con el eufemismo de piadosas hemos querido justificar lo que no se llega a entender como engaño, sino cómo un favor, un sacrificio de la honestidad para hacer el bien y ayudar al prójimo. Tonterías. Por esa misma regla de tres, a ver quien establece el baremo para criminalizar, endemoniar y calificar las peores, y  quien decide cuáles son las menos dañinas, las mas permisibles o  tolerantes. La falsedad y la traición, amigos, eso sí que es malo. 
 
Hemos querido, por conveniencia, confundir y mezclar  las mentiras con la falta de honestidad, cuando ni siquiera siempre son faltar a la verdad. Asociarlas siempre a los sentimientos criminales fue también otro fácil recurso, pero la verdad es que nacemos con la mentira incluso no siendo necesaria. A la cárcel deberíamos ir todos por mentir a nuestros hijos durante años con la gran trola de los Reyes Magos, por dejar que ellos solos descubrieran que lo de Adán y Eva es un cuento estúpido que no se lo traga nadie, o por, ante sus interrogantes, insistir en que los bebés los traen las cigüeñas desde París. La mentira puede ser pragmática y también docente. A nuestros peques se la aplicamos con dosis medidas y estudiadas constantemente para que aprendan y se críen honestamente. Disfrazarla como un teatro hasta que su intelecto juzgue por sí mismo. ¿También somos culpables quienes hemos consentido el engaño porque, ya sabiendo la verdad desde hace años, no advertimos a nuestros hermanos pequeños? Lo verdaderamente trágico de  una mentira es cuando se articula para cometer una traición. Eso es lo único que no se puede permitir nunca jamás. Mentir hay que mentir, muchas veces, pero traicionar no se debe hacer nunca.

Hago esto por tu bien y cien veces lo volvería a hacer. Te quiero, cariño, y para que no te dé otro infarto no te cuento lo que realmente ha sucedido. Mi abuela murió sin enterarse de que Augusto falleció. ¿Piadosos? No lo fuimos, solo utilizamos el sentido común para evitar un mal mayor.  Y es que ocultar la dolorosa verdad a ciertas personas sirve para aplazar convenientemente la visión de la cruda realidad. Esto puede ser el mayor acto de responsabilidad que podamos ejecutar.

El antónimo de la verdad no es la mentira. Yo sugeriría  la falsedad, la traición o la deslealtad. Y el de la mentira sería la jodida realidad, la que a veces hay que disimular o enmascarar. Y ello no es mentir. Vaya con eso de tanto criminalizar el hecho de quitar una palabra de aquí y ponerla allá. Miénteme si es necesario mi amor. Solo seré herido de muerte si ello conlleva una traición.

Por el contrario, aborrezco y califico terroríficas las medias verdades rodeadas de ambigüedad malintencionada, el relativismo confuso, la tergiversación de la historia y los fraudes ideológicos que tienen engañados a medio mundo para que se trague dogmas asquerosos  totalmente manipulados y depositen su voto a favor de dictadores atroces disfrazados de  buen rollo. Eso sí que es malo, embarrar a la gente con palabras bonitas y promesas imposibles de cumplir. Por eso digo que viva las mentiras, las mías, que soy buen tío.

Todos necesitamos mentir... solo hay que tener claro cuándo y cómo. Si eres honesto y noble, te será fácil emplearla en la situación adecuada. Te lo pedirá el corazón y la razón. Defiendo y reivindico la mentira cuando es necesaria o productiva.

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