LA OCLOCRACIA DEL ESTABLISHMENT PROGRESISTA
Hay un poder establecido, un sistema donde una élite social dominante selecciona a sus propios miembros para afianzar estructuras específicas unidas a la causa progresista. Con el dominio de los medios de comunicación y la propaganda globalista convivimos "todos y todas" con dictadores disfrazados de demócratas dueños de las grandes redes sociales dedicadas desde hace tiempo a promover las ideas izquierdistas y censurar a los defensores de principios liberales o conservadores bajo el pretexto de eliminar los contenidos peligrosos (¿peligrosos para quién?) o de velar por la veracidad de los mensajes que se difunden. Los gigantes tecnológicos ya conocidos por las siglas GAFAT (Google, Amazon, Facebook, Apple y Twitter), que controlan el 90% del tráfico político, la información y la publicidad, toleran todo tipo de mensajes violentos de grupos antisistema, hiyadistas y gobiernos totalitarios, mientras censuran contenidos contrarios perfectamente razonables y expulsan de la red a sus autores por no ajustarse a la agenda guay que todos ellos defienden. La tiranía del régimen comunista chino no requiere su atención.
El dominio de las redes sociales por parte de las grandes tecnológicas de izquierdas se consolidó a base de inversiones millonarias tóxicas y malévolas con el fin de la implantación del pensamiento único en una dictadura digital. Siempre a la baja, jamás pretendiendo excelencia para que nadie se salga del redil. Así, la voluntad general acaba sometida y el pueblo deja a un lado la lógica y cede a la voluntad de unos pocos. El establishment, de una manera irracional, convence al pueblo para que se deje dominar y los cazasubvenciones hacen el resto. Sus consumidores solo reclaman noticias que reafirmen su ideología y son tratados como menores de edad. Éstos acaban reclamando los contenidos que ellos deciden porque solo la levedad de pensamiento conduce a la vulgarización.
Los grandes lobbies empresariales de sectores fuertemente concentrados están incentivados para usar su influencia y así desarrollar el intervencionismo que se cuela en cualquier videojuego, serie de televisión, anuncio publicitario, letra de canciones y todo el contenido informativo, pues la inmensa mayoría de las plataformas audiovisuales son de su propiedad.
Esto es una OCLOCRACIA, o sea, una gobernanza, sustentada en el poder numérico de la muchedumbre, implantada sin restricción en perjuicio del resto de la población. El Gobierno del populacho apoyado en el poder de la turba es una de las formas de degeneración de la democracia imperfecta y desvirtuada. Finalmente, la voluntad de este entramado mafioso se convierte en "la voluntad de todos". Terrible.
Bajo una falsa máscara de democracia y disfrazados de buen rollito, la versión del comunismo del siglo XXI la abanderan los que se arrogan el privilegio de dictar lo que puede decirse y publicarse. Lo de lo políticamente correcto ha pasado a mayores. Las grandes tecnológicas que controlan el bien más preciado, la información, se están confabulando contra el pensamiento individual al más puro estilo comunista. Twitter (el juguete favorito de los políticos del mundo) canceló la cuenta del New York Post por sacar durante la campaña electoral los trapos sucios del hijo de Joe Biden. Twitter ha retirado la cuenta a Trump pero se la mantiene a Maduro. El gigantesco cártel bajo el acrónimo GAFAT muestra el despotismo desatado de unas empresas, que nacieron para que los humanos nos comunicáramos mejor, que se han convertido en vigilantes de que sólo nos comuniquemos lo que ellas nos dejen. Así surge la indefensión de un amplio sector ideológico sin medios ni líderes capaces de defender sus valores.
Actuando todas a la vez como si fueran movidas por la misma mano, decidieron cerrar la boca del, nada más y nada menos, presidente de los EEUU con 75 millones de votantes. Y ya puestos se cargaron a la vez más de 70.000 cuentas de sus seguidores con el tosco "derecho de admisión”. Los que se marchaban a una red alternativa llamada Parler, en menos de 48 horas, fueron, de nuevo de forma coordinada y sin disimulo, machacados para así acabar con esa plataforma no amiga. A su vez, la izquierda internacional y la española aplaudió con las orejas esta nueva censura de la dictadura digital.
Ahora que llega Joe Biden, el panorama es desolador para los inconformistas, pues con la Casa Blanca, el Congreso, el Senado, Twitter, Facebook, Google y la inmensa mayoría de los periódicos y televisiones en manos del establishment progresista, en EEUU sólo queda como salvaguarda de la democracia constitucional el Tribunal Supremo, pero en el resto del mundo se afianzará la censura.
Casi nadie se enterará de que el movimiento Black Lives Matter está promovido y financiado por multimillonarios especuladores, donantes del Partido Demócrata y otros plutócratas que quieren gobernar el mundo, como George Soros. Oclocracia o gobierno de la muchedumbre (del griego ὀχλοκρατία [ochlokratía], «poder de la turba») es una de las formas de degeneración de la democracia, sabiamente explotada por decenas de fundaciones y empresas “solidarias” con toneladas de billetes. Terrible panorama para el siglo XXI si no lo remediamos, pues... "para que el mal triunfe solo hace falta que las personas buenas no hagan nada".
https://www.libertaddigital.com/opinion/daniel-rodriguez-herrera/no-diga-fake-news-diga-facebook-6784516/
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