NATALI ES
DE RUANDA
Y huyendo del miedo se fue a Nairobi
a vivir. Natalí no tiene casa, ni padre, ni suelo, ni pan, ni esperanza.
Lo mismo da si la negrita quinceañera fuera de El Tinte, de Las
Veredillas, o de las Casas de Vecinos con pozo y baño compartido, macetas de
geranios y gitanillas que huelen a puchero y fritanga. Da igual, seguro que por
ahí aparece él y monta un rastrillo, o un concierto, o una exposición de
cualquier cosa para recaudar fondos con los que paliar la desdicha de esa niña.
Y es que él siempre se preocupaba de los demás. Yo creo que le explotó el corazón
porque no le cabía en el pecho. Utrera está de luto, y el que no lo sienta así,
es que no se ha enterado de nada.
Atenderlo en
la Abuela María era una delicia, pues tenía buen trato, y a pesar de su afiliación
futbolera que me daba juego, pues soy del contrario, te embelesaba con esa
sonrisa atractiva, serena, cautivadora y tan cercana que rozaba la insolencia.
Y lo digo así, porque me da la gana, ya
que soy hombre libre de sospecha. Menudo pájaro. Además era un guasón de mucho
cuidado. Cuando la Emilia vino, puso en
su casa un puesto de besitos por las rebajas (hay que tener arte para
ocurrírsele eso), y por la calle tuvo de
vigilancia un cuartel de chiquillos que suspiraban, mirando entre cordeles de
ropa blanca, unas fosforescentes bragas naranjas. Cuantos sueños hemos adormecido con bragas, sean o no naranjas. ¿Ven como era un cachondo? Y es que Emilia tenía justo en el pecho un
lunar pequeñito redondo y negro. Cuando la Emilia vino, me preocupaba una
cosita rara que me ahogaba. ¿Se entiende todo, no? Ahí está el hombre,
disfrazado de enorme árbol que ahora deja desprotegidos de su sombra a muchos
sin zapatos que tendrán que buscarse las habichuelas por otro lado. Y lo harán en
silencio por mandato. El se fue para siempre sin ruido ni sobresaltos, porque
la sobreexposición y exaltación gratuita de su mortandad no fueron nunca de su
agrado. Esto lo dice Cyrano porque se atreve a afirmar este alegato que
compartirá su gente y allegados. Este pedazo de artista que sobrellevó el
famoseo como pudo, no quería velas fúnebres, ni a sus pies un desfile nocturno,
ni llantos desmedidos, ni aspavientos fingidos, ni cámaras intimidatorias que
busquen la foto para regocijo del gentío. Yo quiero morirme así, Jose María...
sin retratos.
La
frivolidad y el barullo se disfrazan a menudo de solemnidad, una mezcla que
confundiría a cualquiera, pero a él no...repetimos: a el no. Serios cipreses que ensombrecéis la paz y
los huesos de los que yacen. Yo nunca vendré para quedarme: me quemarán y
volaré, lejos de ustedes, a donde me lleve el aire...
Juro por mi honor que
estas prefúnebres letras han llegado a mí cuando la comadre Loli, la que toda
la vida la hemos querido en mi casa, me ha prestado el libro de su cuñado, donde
queda bien claro que mis comentarios precipitados e imaginados han sido
acertados, pues ya se había adelantado a lo que yo intuyo que forma parte de su
ideario. Cuando por la calle me
cruce con sus hermanos, les daré un sincero y sentido apretón de manos, y
cuando vea a las niñas, a cual más linda y buena, un besazo, o dos besazos. No
abriré la boca si no es necesario. Ya está todo dicho. Eso es lo que hay. El
estilo y el empaque no se compran ni se imitan... lo lleva uno porque sí, y su
familia. Vuestro hermano mayor, por el tiempo inexorable que condiciona el
recuerdo y el respeto a vuestro padre, ha sido una referencia para más de una
vida. Y aunque huyo con desvergüenza de la idolatría y el cobista desmesurado,
os ensalzo con valentía, desde el anonimato, pero con gallardía, pues el
peloteo adulador e innecesario, casi siempre falso, al que habéis estado
expuestos toda la vida y que habéis capeado con torería y garbo, no le vale de
nada a este humilde (mentira, jamas he sido humilde) utrerano. Lo lamento de
corazón si me salgo del guión, pero es que no puedo evitarlo; las cosas son
como son y siempre es mejor ser honesto que falso.
Escondido y
cobijado en tu escritura de pulso firme pero no tan legible, hoy, y sin que
sirva de precedente, me veo capaz de ilustrar mi pequeño homenaje con tus
detallitos que ahora expongo impúdicamente, aún a riesgo de desvelar mi
identidad, para presumir de que me tenías en estima, aunque ello no sea mérito
alguno por mi parte, ya que repartías calor hasta a los perritos y gatitos de
la calle. Ya te vale!! Fíjate si te aprecio, que hasta te perdono con sorna que
fueras bético, pero es que no se puede ser perfecto y, menos aún, querer
parecerlo. Algún fallo tenías que tener, querido paisano. A ver si cuando me
cruce con tu hijo no me llevo un repaso.
A él le
gustaban los barcos lentos del tiempo y las barquitas amarraitas, porque ... Amor, se va la tarde, mira que el cielo se
oscurece, tengo yo, amor, los pensamientos siempre amarraitos fijos en tus
besos... Y se va, la luz del sol ya se va, la luz del cielo se va, solo tú te
quedas por mi camino; que poco me importa que el sol se vaya si estoy contigo. No
te cabe na, Jose María... anda, anda. Con
esta perspectiva, oliendo a yodo , salitre, mar y pescado... Vaya la paliza que
le estarás ya dando al respetable de allá arriba cantando con tu guitarra de
Palo Santo. Inventándote un tanguillo nuevo, rememorando antiguas habaneras, componiendo
algún verso marinero o recordando a tus padres y a tus vástagos, a Antonia... y
anhelando a tus hermanos que alguna vez fueron como hijos, pues te lo echaste
todo encima cuando el viejo cruzaba el Atlántico. Cuidado, querubines, que este
lírico es capaz de haceros pasar por taquilla y así recaudar pelas para socorrer
a cualquier desdichado. Hoy, por tí, me desboco... bético que nunca me has
soltado un exabrupto desmedido cuando hablábamos de nuestros equipos
sevillanos.
Natalí es de Ruanda. Como si fueras, chiquilla, de El
Arenal, de la Barriada de La Paz, o de las Casas Baratas. Que aunque no tengas
casa, ni padre, ni suelo, ni pan, ni esperanza... cuando llegues al cielo, este
poeta bohemio que tanto te quiere, te echará una mano, aunque creas que allí no
te hace falta. Capaz es de montar una ONG para ayudar a los infelices de este nauseabundo
mundo y así equilibrar la balanza. Sé que ganas no le faltan.
Lo que sí faltan,
son campanas en Santa María y Santiago para hacerte los coros, trovador
descarado; y faltan gitanos de Utrera para marcarte el compás deseado. Sobran
suspiros y resoplos para llevarte en volandas por la puerta grande de donde te
toque ir; y sobran lágrimas sobre las que
se mesa y bambolee tu barquita amarraita, la que desde el espigoncito del
puerto, donde van los marineros, donde se cosen las redes, donde el sol se
esconde, rojo se pone , rojo se pone; te haga partir. Guiado por el Farillo de
Salmedina o el Faro de Chipiona, para que veas bien la raya que hace la mar con
el cielo, que es como un horizonte de besos. Vaticino que te llevará y
traerá desde La Habana a casa y vuelta a empezar, despacito, como los cantes de
ida y vuelta que tu padre te enseñó a entender. Cádiz te añora hoy, igual que
ayer y antier. Y la hermosa capital caribeña también, igual que en tu pueblo, y
en el de al lado y el de mas allá, pues en todos sitios te hicistes querer. Te
llorarán, marinero... en silencio, por mandato, con el máximo respeto que te
has ganado, quizás con una coplilla sabia y antigua o con un bolero bajito
descarnado...como te hubiera gustado.
Mi barrio fue una planta de
Jazmín. La sombra de mi madre en el
jardín. Mi barrio fue mi gente que
no está. Las cosas que ya nunca volverán. Tú ya no volverás, quizás porque tengas
tarea allá donde ahora , sin haberlo previsto, para siempre estarás.....pero tu
recuerdo y tu sonrisa siempre quedará. Y acabo ya, que otra vez, ladrón, en silencio, en silencio... repetimos... en
silencio, me vas a hacer llorar.
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