¿QUE
PINTO YO AQUÍ?
Como otros ocho millones de personas, yo soy andaluz.
Siempre he vivido y trabajado aquí y aquí tengo mi casa y mi familia y pago los
impuestos que me corresponden. Aquí estoy empadronado y aquí ejerzo mi derecho
al voto. Por lo visto, ahora me van a cambiar al presidente de la comunidad
autónoma y, dentro de nada, a todo el gobierno, pero de eso he tenido que
enterarme por la prensa porque nadie me ha dicho nada, ni me ha preguntado nada
ni mucho menos me ha pedido opinión, lo cual me lleva a peguntarme: ¿Qué pinto
yo aquí?
Porque resulta que además no es la primera vez que me ignoran, que
ignoran a todos los andaluces. Cuando pusieron al presidente que ahora se va,
tampoco nos preguntaron nada, que su antecesor le dejó el cargo en herencia
como sucede en Corea del Norte y cuando luego se presento a las elecciones,
esas que dicen que son la máxima expresión de la democracia. Las perdió pero
siguió en el machito gracias a un pacto entre los partidos que resultaron
derrotados en las urnas, un pacto para el que tampoco nos pidieron opinión. Y
como el sistema de traspasarse los cargos de unos a otros sin contar con nadie
se conoce que les ha ido bien ahora, para ponerse de perfil tras descubrirse el
escándalo del tremendo latrocinio de los ERE, repiten la jugada y traspasan el
negocio a una que dicen está limpia de polvo y paja y a la que nadie conocía
hasta hace tres días, cundo fue señalada por el dedo divino de la política.
Porque resulta que a este constante pasarse por el forro la opinión y los
derechos de millones de andaluces a elegir a quienes los gobiernen, tienen la
desfachatez de llamarlo política. Luego se quejan amargamente de eso que
eufemísticamente denominan desafección, que no es otra cosa que el hastío y el
rechazo rayano en el desprecio que sentimos la mayoría hacia una clase política
que solo se preocupa por esa clase de política.
TOMÁS BALBOLTÍN.
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