ESCALA DEL PERIODISMO BASURA:
Grado cero, o periodístico: la información sobre un crimen
o una catástrofe se da con el objeto de informar, y por tanto es noticiosa. En
caso de que haya investigación prolongada en el tiempo, por ejemplo un juicio o
una comisión, se hace un seguimiento sólo con las conclusiones. Ocupa sólo el
espacio pertinente en páginas o parrilla televisiva. El espectador reacciona
con malestar, porque el mundo es asqueroso, pero agradece tener una visión más
completa de las cosas que pasan.
Grado uno, o molesto:
además de todo lo dicho, la información añade juicio de valor y algunos
testimonios de conocidos de la víctima o el presunto verdugo, hay imágenes del
lugar del crimen (a veces un portal, a veces un chalé) y recoge impresiones
populares de gente anónima, como el innecesario “pues era una buena persona y
nunca dio problemas”. La información se mantiene todavía ajena al juicio
paralelo, respeta la lentitud judicial y su goteo intrascendente. Ocupa un
espacio tirando a excesivo en informativos o periódicos, pero sigue controlado.
El espectador reacciona con malestar y su ánimo decae. Ligero aturdimiento.
Grado dos, o estomagante: además de todo lo dicho, se
buscan opiniones concretas sobre los presuntos autores del crimen y las
víctimas. Primeras unidades móviles para recoger los insultos y llantos en la
puerta de los juzgados o los hospitales. Aparecen las primeras secciones
especiales en televisión, en periódicos proliferan las fotos escabrosas. El
espectador reacciona con ligeras náuseas y aparta la vista. Empieza a hablarse
del tema en el bar o en el taxi.
Grado tres, o ardoroso: a lo ya referido, se suma la
persecución, al modo paparazzi, de los allegados a las víctimas. La
información pertinente pasó a mejor vida: se busca el tópico, la cosa climática
y anímica, y sobre todo la explosión sentimental (llanto, ira, palabras
entrecortadas). Los presentadores añaden, con tono solemne, las primeras
metáforas, pequeñas reflexiones o moralejas, palabras melosas de consuelo antes
de los deportes. Los periódicos despliegan innecesarias infografías: por dónde
entró la bala, cuál fue el recorrido del violador de turno la mañana de los
hechos. Tras una oleada de vergüenza ajena, el espectador busca una palangana.
Grado cuatro, u bilioso: en televisión se añaden mesas de
debate, programas especiales, alcanza el prime time. Dramatizaciones
del crimen o el accidente. Psicólogos, criminólogos, ingenieros de caminos o
veterinarios con algún libro de divulgación en el currículum empiezan a
frotarse las patitas ante el inminente contrato por obra y servicio. Los
periódicos dedican sus primeros editoriales extensos. El espectador empieza a
momificarse.
Grado cinco, o aberrante: en una catarata de informaciones
irrelevantes que acaparan todo el espacio disponible en el éter televisivo,
radiofónico, virtual y de papel, se estudian en grupo los vídeos del juicio, se
sacan conclusiones sobre la personalidad de los personajes analizando un
movimiento de la ceja derecha, un vaivén del flequillo sobre la frente. El
espectador ya es completamente impermeable al horror de la historia, pero ha
descubierto los límites de su bochorno por culpa del tratamiento mediático. Las
palanganas no son suficientes, así que la televisión se instala cerca del
retrete o se apaga.
Grado seis, o mostrenco: programas de telebasura como La Noria se lanzan sobre la carnaza, puesto que los personajes han llegado a la categoría de famosos. Todo está teatralizado en plena orgía amarilla. Intentarán sacar en plató a las apenadas viudas o padres sin hijos, a los que pondrán la mano en el hombro. Quizás Mediapro trabajará el guion de posibles series de televisión. Se desconoce qué ocurre en los periódicos, porque se ha perdido la capacidad lectora. El espectador, si le quedan fuerzas, ha reventado la tele contra la pared. Sólo Espejo Público ha logrado mantener el grado seis en el tiempo.
Grado siete, o de ultracuerpo: por fortuna, el periodismo amarillo no ha alcanzado todavía este grado, que incluimos aquí para no limitarnos, conscientes de la imaginación de esta piara. Posiblemente el programa de las tardes de TVE1 Entre todos es un experimento para alcanzar este grado inédito de destrucción del periodismo.
Grado seis, o mostrenco: programas de telebasura como La Noria se lanzan sobre la carnaza, puesto que los personajes han llegado a la categoría de famosos. Todo está teatralizado en plena orgía amarilla. Intentarán sacar en plató a las apenadas viudas o padres sin hijos, a los que pondrán la mano en el hombro. Quizás Mediapro trabajará el guion de posibles series de televisión. Se desconoce qué ocurre en los periódicos, porque se ha perdido la capacidad lectora. El espectador, si le quedan fuerzas, ha reventado la tele contra la pared. Sólo Espejo Público ha logrado mantener el grado seis en el tiempo.
Grado siete, o de ultracuerpo: por fortuna, el periodismo amarillo no ha alcanzado todavía este grado, que incluimos aquí para no limitarnos, conscientes de la imaginación de esta piara. Posiblemente el programa de las tardes de TVE1 Entre todos es un experimento para alcanzar este grado inédito de destrucción del periodismo.
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