CAMBIO MI ESPADA POR LA PLUMA

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martes, 6 de mayo de 2014

IZQUIERDA UNIDA Y LA HISTORIA REPUGNANTE



ESTA ES LA AMENAZA DE IZQUIERDA UNIDA




 Debemos agradecer a Izquierda Unida que en el borrador de su programa ponga en negro sobre blanco su intención de ceñirse al derrotero totalitario que le marca su ADN comunista. En el capítulo B sobre Derechos y Libertades, el punto 1 promete desarrollar una acción persistente contra el racismo, la xenofobia, el ultranacionalismo, el chauvinismo, el fascismo, el anticomunismo, la homofobia y cualquier otra forma de discriminación.



Mentiras flagrantes

Solo quien desconozca los entresijos de los conflictos que pudrieron las relaciones entre comunistas rusos, chinos y africanos durante el siglo pasado se puede tragar la patraña de que esta ideología no tiene una fuerte carga racista; quien ignore el papel capital que desempeñó ayer nomás el historiador comunista Josep Fontana en la propagación del odio entre catalanes y españoles puede imaginar a este partido libre de contaminaciones xenófobas, ultranacionalistas y chauvinistas; y quien haya olvidado los pactos entre nazis y comunistas puede confundir el comunismo con una barrera contra el fascismo. En cuanto a la homofobia… es cierto que en los países democráticos ha habido discriminaciones y abusos, pero sólo los regímenes comunistas y nazis y las satrapías islamistas y africanas montaron campos de concentración y exterminio para homosexuales.


En medio de esta nube de mentiras flagrantes que subestiman la inteligencia de los ciudadanos a los que se pretende embaucar con un discurso demagógico antes de las elecciones europeas, aflora la única promesa verídica y creíble del programa: los comunistas van a desarrollar una acción persistente contra el anticomunismo. ¡Chocolate por la noticia! Si esto es lo que han hecho en todos los países donde impusieron su dictadura. Ellos y los nazis comparten la política de partido único en el marco de un Estado totalitario, con controles policiales sobre todos los ciudadanos, con gulags y campos de exterminio para los opositores. Con una peculiaridad: es la cúpula del poder la que decide, en ambos casos, quiénes son los auténticos comunistas y los auténticos nazis, y a los heterodoxos les reservan la misma suerte que a liberales y socialdemócratas. En el bando comunista: estalinistas contra trotskistas, maoístas contra revisionistas. En el bando nazi: SS de Hitler contra SA de Ernst Rohm. Patíbulo tras los Juicios de Moscú contra los viejos bolcheviques. Noche de los Cuchillos Largos tras la cacería de nazis radicales.


Si Izquierda Unida manotea una cuota importante de poder no será fácil hacer campaña contra el comunismo ni reclamar el auténtico derecho a decidir en elecciones parlamentarias libres. ¿A qué medios recurrirán para reprimir el anticomunismo? ¿Habrá checas como las hubo durante el breve periodo en que sus próceres mandaron en Barcelona? Si así fuera, también lo pasarán mal los antisistema y los anarquistas, porque los comunistas son gente de orden. De su orden totalitario, pero orden al fin. Solo fomentan el caos cuando les allana el camino al poder dictatorial. En Corea del Norte, China, Cuba y Venezuela no toleran protestas ni manifestaciones. ¿Convertirán a la Guardia Civil en la KGB, a los Mossos en la Stasi? Y el Gulag, instrumento de disuasión indispensable para poner en vereda a los anticomunistas recalcitrantes, ¿estará en Miranda de Ebro, en homenaje al último campo de concentración del franquismo?


El vientre de la bestia

Para extirpar la plétora de libros y documentos sobre los que descansa la justificación del anticomunismo, los nuevos inquisidores deberán desarrollar una labor titánica en bibliotecas y hemerotecas, idéntica a la que desarrollaron, en busca de otros materiales, sus colegas nazis. El fuego purificador consumirá esos breviarios de anticomunismo que son las obras de Aleksandr Solyenitsin, George Orwell, André Gide, Raymond Aron, Arthur Koestler, Albert Camus, Ignazio Silone, Jorge Semprún, Jean-François Revel, François Furet, Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Mario Vargas Llosa y los numerosos intelectuales que se familiarizaron en el vientre de la bestia con las miserias del comunismo y se sintieron obligados a denunciarlas. El no va más del horror es, por supuesto, El libro negro del comunismo (Ediciones B, 2010), donde Stéphane Courtois y otros excomunistas franceses hacen el balance, bien documentado, de los cien millones de víctimas que los verdugos marxista-leninistas dejaron en el mundo a lo largo del siglo XX. Ocupará un lugar de privilegio en la hoguera que montarán los pirómanos ejecutores del programa de IU para combatir el anticomunismo.


Los comunistas abominan de todas las campañas encaminadas a divulgar documentos y testimonios que ayudan a reforzar el argumentario anticomunista, y si bien en las sociedades cerradas donde ellos son todopoderosos el Gulag puede silenciar a los disidentes, sus esfuerzos por ocultar la verdad en las sociedades abiertas terminan en escándalos que los cubren de oprobio.



Antinazis y anticomunistas


Mientras que otro régimen totalitario del siglo XX como es el nazismo ha sido condenado internacionalmente y los autores de estos crímenes juzgados, crímenes similares cometidos en nombre del comunismo nunca han sido objeto de investigaciones ni de condena internacional alguna.


Si nos situamos en una perspectiva histórica, el comunismo ocupa un lugar central: duró mucho más tiempo, comenzó antes y se extinguió más tarde; se extendió a todos los continentes de la tierra y no solo al centro de Europa; provocó un número de víctimas mayor aun. Desde el punto de vista del presente, su condena es también de mayor actualidad: la mistificación que operó es más poderosa, más seductora, desenmascararla es más urgente. Pero un evidente desequilibrio caracteriza los juicios oficiales sobre ambos regímenes: dejando aparte algunos marginales, el de los nazis es unánimemente estigmatizado, mientras que el comunismo goza aún de buena reputación en círculos mucho más vastos (como, en Francia, su variante trotskista). El antifascismo es de rigor, el anticomunismo sigue siendo sospechoso. En Francia o Alemania, el negacionismo es un crimen castigado por la ley; la negación de los crímenes comunistas, incluso el elogio de la ideología que los presidió, es perfectamente lícita.


El nazismo dejó tras de sí 20 millones de muertos y el comunismo 100 millones, lo que los coloca a ambos al margen de la civilización. La decencia más elemental nos obliga a ser tan anticomunistas como antinazis, aunque Izquierda Unida nos amenace a los anticomunistas con el Gulag resucitado.

2 comentarios:

  1. Cyrano, descanse usted de la política y vamos con Chipiona, que estamos en ascuas. Un saludo.

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  2. LA COSA ES QUE QUERÍA DOCUMENTARME SOBRE LOS NOMBRES DE LOS GARITOS. La Pua, La Pala, Buggy, Alay Club, Mojama, El Alemán, Hotel del Sur, El Castillito, Picoco... y tantos otros de tempporada que es difícil recordar.
    Al final, acabábamos en nuestra terraza o balcón, todos juntos fumando..... venga!! Esta noche lo malacabo. GRACIAS POR COMENTAR.

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