MI
PRIMERA VEZ
Javier Pérez Gálvez.
¿Quién no se acuerda de su primera vez? Mezcla de deseo,
curiosidad, vergüenza, temor e incertidumbre por aquello de que no sabes lo que
va a pasar. El factor sorpresa puede, sin pedir permiso, entrar en escena y
dejar marcado para siempre ese día en el almanaque de tu vida entera. Aun así
aporta más que resta y eso ha ocurrido esta mañana veraniega. Contaré sin los
detalles que no se permite un caballero, con respeto, pues nadie me pidió que
fuera un secreto, lo que algún día tenía que pasar y por fin sucedió: mi primer
Pleno.
Algo sabía ya de este asunto por lo que me habían dicho mis
amigos y lo que en la tele y el cine había visto. Pero cuando estas allí
olvidas lo aprendido y te das cuenta de que puedes salir herido si no tienes
tino. Entré mostrándome un poco nervioso con el frío del principio, pero
enseguida, aunque había mucha luz y gente mirando, me despojé sin pudor de todo
cuanto pudiera estorbar, silencié mi celular para que nadie nos pudiera
molestar y tomé acomodo con la piernas cruzadas a verlas llegar. Luego, más
suelto y confiado, me dejé llevar pensando en que me debía concentrar porque
todo lo que pasara se lo tenía que contar, sin machadas y con objetividad, a
los demás. Y empezó el festival...
Experimenté sensaciones hasta ahora desconocidas y percibí
emociones confusas que llegaron a desconcertarme pero que no olvidaré en mi
vida. Lo mejor estaba en la esquina, a la izquierda de mi vista... con aquellos
micrófonos subiendo y bajando de forma discontinua.
Paqui (la que tanta decepción me había provocado) me resultó
bien colocada, segura, escueta y pragmática; Carlos (del cual me sitúo en las
antípodas) me pareció correctísimo, locuaz y fiel al guión de su ideario; José
María (el fotogénico exhibicionista cuco robaideas cazado que no da la talla)
me ofreció su versión más decepcionante, además de vacuo, sin ideas propias e
insulso; Isabel (indecisa, distraída y perdida entre los papeles de su oficina)
parecía una invitada desorientada hablando sin decir nada; José Antonio (el
cierrabares, aburreinversores, jodeproyectos y ponemuros) fiel escudero del
Alcalde, un talento malusado como la dinamita; Curro (del que solo suponía su
honestidad y conocía su exquisita educación)
demostró talla política y su conocimiento del tema en cada uno de sus
sermones aclaratorios; y Eva... pues eso... (y yo despechado con ella por
ignorarme y no contestar a mis cartas) después de oír pacientemente todo lo que
se dijo, tomó la palabra y, sin caballo ni espada, tumbó de un solo golpe a
quien sembró la infamia. Le dijo de todo en su cara, se rebeló ante las
orquestadas conspiraciones políticas contra ella y su departamento, denunciando
las emboscadas que sufrió (como la que una tarde con la vida de Cyrano acabó) y
bombardearon su labor.
Cual gata herida, no se perdió relamiéndose las heridas,
sino que atacó con decisión por si alguien tiene la tentación de enmarañar con
sucias artimañas políticas su gestión. Creo que todo el mundo lo entendió. Su
perfil es idéntico cuando ataca o cuando se defiende. Sin alzar su voz, ésta es
firme afirme lo que afirme. Brillante oratoria,
encantadora voz y excelente defensa con argumentos para denunciar la deslealtad
crónica del PSOE cuando está en la oposición, que ensucia y entorpece la labor
de todo un departamento jugando con la desdicha de los más vulnerables, que a
su vez son los más manejables... Lamentable. Lamentable que algunos entiendan
que en política vale todo por un puñado de votos. Sin un solo grito, sin
papeles, todo se le entendió. No chilló, lo dio todo de una vez en una breve
plática que puso en su sitio al supuesto jefe de la oposición. Se noto que
estaba dolida pero se gustó con el revolcón y a gusto se quedó. De hecho, se
lució tanto que protagonizó el punto álgido de este cuento de amor.
¿Que podía haber ido mejor? El acto se consumó y mí me gustó, aunque no es menos cierto que me
fui antes de tiempo, quise decir sin terminar, quise decir que podía haber
durado más. Pero es lo que tiene ser un novato que no sabe medir los tiempos y
una vez que empieza algo no puede controlar la precocidad. Una pseudo carta de
amor aduladora pude entregar antes de marchar. Yo quiero mas... la próxima vez
sabré algo mas y garantizo que podremos todos (los que actúan, quienes miran,
los que me leen y aquellos que se lo imaginan) disfrutar más. Será otro
festival mas. Aprenderé mas y se lo contaré todo a los demás.
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