CAMBIO MI ESPADA POR LA PLUMA

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miércoles, 19 de junio de 2013

ALEJO VIDAL CUADRAS



                    REALIDAD Y PLACER


Hay que buscar una síntesis entre el puritanismo de Berlín y la fiesta de París.


Es conocido que el padre del psicoanálisis oponía el principio de realidad al principio del placer. Aunque nuestra tendencia natural es levantarnos tarde, comer lo que nos apetezca, beber hasta embriagarnos y gozar de cuerpos bien torneados hasta la extenuación, una existencia de este tipo no nos conduce precisamente a la productividad, al conocimiento y al progreso.


Por tanto, hemos aprendido, en contra de nuestros instintos, a valernos de la razón, y madrugamos, estudiamos, trabajamos y ahorramos en pos de metas materiales y espirituales que nos eleven sobre el plano de la caza, recolección y fornicación. El políticamente extinto ZP era un decidido partidario del principio de placer. Pasar de curso sin dar golpe, faltar a las citas internacionales si uno está cansado, dar a los terroristas lo que quieran para que no nos maten, pagar a los secuestradores para que nos devuelvan los rehenes, ceder a las pretensiones nacionalistas para ser simpático, gastar sin freno para que la gente nos quiera y nos vote, suprimir vidas en su inicio y en su final si nos estorban y, en general, multiplicar los derechos y eliminar los deberes.

Este planteamiento disparatado duró nada menos que siete años apoyado en su arranque en las burbujas inmobiliaria y financiera y en las arcas rebosantes que había dejado el Gobierno anterior, hasta que, como era de esperar, nos precipitó a la ruina. La verdad es que la inmersión en un mundo imaginario de fantasías hedonistas resulta muy atrayente porque el autoengaño evita muchas preocupaciones. Así, las crisis económicas no nos afectan, las reformas estructurales pueden esperar, el Estado de las autonomías es un éxito y los créditos blandos de la Eurozona a los bancos insolventes no son un rescate. El problema es que el principio de realidad es implacable y en último término siempre derrota al principio del placer.

En la Europa de hoy, aquejada de falta de competitividad y prisionera de su sistema de bienestar, el principio de realidad lo encarna Angela Merkel y el principio del placer, François Hollande. Por supuesto, se puede intentar la búsqueda de una síntesis soportable entre la severidad puritana de Berlín y la fiesta trepidante de París, pero parece que no están los tiempos para demasiadas componendas que nos ahorren esfuerzo y sacrificio. En España también nos debatimos entre la dulce molicie y la dura obligación, representadas muy dignamente en el seno del Partido Popular por Pedro Arriola y Esperanza Aguirre respectivamente y por Carme Chacón y no se sabe todavía quién en las huestes socialistas, pero, por desgracia, ha llegado el momento de elegir y se trata de una decisión que no admite demora.

ALEJO VIDAL-CUADRAS

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